En verano los niños tienen mucho tiempo libre y es recomendable buscar actividades dinámicas para evitar el sedentarismo. Lo mejor es aprovechar las altas temperaturas del verano, y lanzarse a la piscina.
Cuando un niño está sumergido en el agua puede experimentar sensaciones muy parecidas a la ingravidez. El ejercicio en el agua proporciona relajación y regulación, y nos da a la vez mucha información propioceptiva.
Los niño/as que sufren alguna disfunción propioceptiva disfrutan de las actividades acuáticas, ya que el medio acuático ofrece resistencia al desplazamiento, proporcionando un estímulo constante a nuestros receptores propioceptivos.
Prácticamente todos los juegos acuáticos que hagan vuestros hijos les ayudarán a desarrollar los músculos y habilidades claves, y esto les beneficiará de manera directa para jugar, atender y moverse mejor fuera del agua. Lo más importante es divertirse y relajarse.
¡Estaréis ayudando a vuestros hijos a crear recuerdos y habilidades que durarán toda la vida!
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